martes, 18 de diciembre de 2007

Colate...

Colate es un niño tímido, de unos seis años. Tiene una hermana que se llama Maujita y un hermano que se llama Lagüanín.
Él sabe realmente que ese no es su nombre, pero todos le llaman así y a él hace tiempo que ya no le resulta extraño... incluso le gusta, pues le recuerda al choColate. Y es que Colate se pirra por el Colacao en la leche del desayuno o roer aquel de gruesas onzas que es para hacer "a la taza" y que le roban a su abuela Catalina de aquella habitación-despensa que el ingenioso abuelo Laureano llamaba el Economato
No, el bien sabe como se llama. Y tal mote se lo debe a que su primo el Manzanilla, amigo inseparable y apenas dos años más pequeño que él, con su lengua de trapo era incapaz de pronunciar bien su nombre, y en vez de Manuel Ángel balcuceaba un Calate que acabó derivando en el Colate que todos decían. Durante seis años ese fué su nombre, hasta que su padre Manolo decidió que le llamaran por aquel que le pusieron en la Pila Bautismal, "...que bastante bonito era, que tendrá cuarenta años y aún le llamaremos Colate...", como aquellos tantos "Titos" ya padres de familia que jamás perdieron su diminutivo.

Así, con todo y con eso, después de casi cuarenta años, aún queda alguien en el pueblo Tábara, que todavía cariñosamente le llaman como entonces: Colate, Colate, Colate... y ese sonar le trae gratos y emotivos recuerdos...

Tan buenos recuerdos me trae ese nombre que me niego a desprenderme de él, después de que se hiciera, muy a mi pesar, tan conocido y famoso por alguien dedicado al "faranduleo rosa"... ¡No! Cuando menos espero que en un futuro sea conocido como el nombre de aquel niño de seis años, protagonista de numerosos cuentos, también para niños de seis o seiscientos años.

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